viernes, 11 de marzo de 2016

El último de los mohicanos.

Aclaro en primer lugar que si yo fuera comandante de un fuerte fronterizo entre Virginia o Nueva Escocia, una de las regiones más conflictivas de mediados del siglo XVIII, resistiendo contra enemigos, los cuales se han aliado a mis otros enemigos, las tribus nativas...no mandaría a traer la familia. 


¿Pero qué rayos? Sin secuestros no habría historia. 

El último de los mohicanos es una novela escrita por James Fenimore Cooper, publicada en 1826. Siendo el contexto de la historia que esta transcurre durante la Guerra de los 7 años, contienda que involucró a Francia e Inglaterra entre los años 1756 y 1763, por causas de rivalidad económica entre ambas naciones. 
Las tribus nativas norteamericanas apoyaron a los franceses y atacaron colonias americanas. Sin embargo, es Inglaterra  quien termina ganando la batalla. A partir de lo cual se destaca esta novela como una crónica del dantesco momento que se vivió entonces entre nativos, extranjeros y colonos.  


RESUMEN:  Munro, comandante británico, ve su fuerte fronterizo de las indómitas colonias americanas, amenazado por las enemigas tropas francesas a cargo de Montcalm, a causa de  la guerra que enfrentan ambas naciones. 

El inglés manda a por refuerzos, quien entre la comitiva se dirigen también sus dos hijas, Cora y Alice. 
La jóvenes van a cargo del mayor Hayword, quien decide guiarse por el nativo Magua, jefe de los hurones, para ir por un supuesto atajo hacia el fuerte. Pero sus intenciones no serán buenas, ya que arrastra consigo resentimiento a causa de una afrenta que Munro hizo con él, de la cual pretende vengarse.
A la par se cruzan durante el camino con Ojo de Hacón, un hombre de la frontera, y Uncas, último descendiente nacido con pura sangre mohicana.
  
Así inicia esta aventurera novela, donde los paisajes, las pisadas del bosque, los pieles rojas, las cuevas y las frondosas montañas serán un protagonista más. 

OPINIÓN LITERATA: Catalogada como una de mis insignes lecturas que dejé a medias por mucho tiempo. La razón es simple, me pareció tediosa. 
Sin embargo, caben destacar buenos momentos donde la prosa era poética y pareciera que sentías el agobio de estar en una cueva al igual que los protagonistas, aguantando el aliento para no ser descubierto por quienes planean capturarte.

Con quienes realmente me quedo son con Uncas, Ojo de Halcón y la elocuente Cora, que belleza de humanidad y bondad hay en el corazón de cada uno de ellos. Motivan sus virtudes, pero de igual manera nos hacen reflexionar que una excesiva pasión tampoco lleva por buen camino.

Prudencia y perseverancia, como una llama que arde pero sabe medirse para no consumirse. Con esas palabras resumo lo que me enseñó este libro. Y de paso recordar el origen del popularizado corte futbolístico por excelencia.


Sin lugar a dudas la escena del oso es memorable. 


                                          Me despido y te deseo los mejores albas.





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